ser humano, quien sería cúspide de la obra creadora, y le preparó su hogar planetario. El mundo sería también la escena del drama de la redención. En realidad el mundo mismo tendrá parte en ese glorioso drama (Ro 8:18–23). El mundo es de Dios. Le pertenece porque Él lo ha creado y lo sostiene según los designios de su providencia. «De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan. Porque él la fundó sobre los mares, y la afirmó sobre los ríos» (Sal 24:1–2). Por lo tanto, la
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